El Puerto
Santa Pola era en la época romana el puerto
de la vecina Elche y respondía al nombre de
Portus Illicitanus. En el Ensanche de Poniente de
la Villa es donde se emplazan actualmente los restos
arqueológicos de este tiempo. Una antigua factoría
de salazones del siglo IV a. C., muros y dependencias
de la zona comercial y una residencia romana componen
el conjunto. En la llamada Casa del Palmeral se puede
apreciar la estructura de habitaciones alrededor de
un patio de una villa señorial del siglo IV
d. C.
El siglo XXI ha dotado al puerto de modernas instalaciones
que facilitan el atraque de embarcaciones deportivas,
la pesca y el embarque de la sal. La Lonja, los puestos
del Mercado de Abastos y la Casa del Mar recuerdan
al visitante que se encuentra en una activo puerto
marinero. Aquí también se puede coger
un barco que conduce a la cercana isla de Tabarca,
donde espera un recinto amurallado y una reserva marina
de gran variedad biológica.
El casco urbano de Santa Pola posee una fortaleza,
el Castillo mandado construir por Felipe II para repeler
los ataques de piratas y corsarios. Su planta cuadrada
se defiende con dos baluartes y dos torres, que dan
paso a un patio de armas, aljibes y capillas. Este
magnífico emplazamiento se ha convertido en
el Centro Cultural de la villa, en cuyas dependencias
alberga: Museo del Mar, Museo de la Pesca, Sala Municipal
de Exposiciones y la Capilla Virgen de Loreto. Anteriormente
el Acuario Municipal también se ubicaba aquí,
pero ahora cuenta con instalaciones propias, en las
que se puede disfrutar de musolas, peces-ballesta,
tortugas bobas y otras especies propias de esta costa.
Este sistema defensivo del siglo XVI continúa
con otras tres torres vigías que se levantan
en las Salinas (la torre de Tamarit), en la zona suroriental
de la sierra (torre Escaletes) y la torre Atalayola,
sobre la que se edificó el actual faro.
Un recorrido por esta localidad alicantina nos llevará
a animadas plazas como la de la Glorieta y a miradores
naturales como la plaza del Calvario. Desde este punto
se obtiene una inmejorable panorámica de la
bahía de Santa Pola y su paseo marítimo,
un excelente lugar para pasear a orillas del Mediterráneo.
Alrededores
El relieve de la comarca del Baix Vinalopò,
en la que se encuentra Santa Pola, está marcado
por la sierra del mismo nombre, que baja hasta el
mar. Los acantilados ciñen un amplio sector
de playas de arena, dunas móviles y albufera,
zona húmeda en la que se extienden las salinas
al lado de remansos de agua dulce. El Parque Natural
de las Salinas de Santa Pola es el antiguo humedal
de Elche, en el que se instalaron unas salinas. La
fauna y la flora se han adaptado a estas especiales
condiciones de humedad y alta salinidad, y así
podemos avistar colonias de flamencos y cercetas pardas
(muy difíciles de ver en Europa). En las zonas
inundadas podemos observar algas marinas. El Cabo
de Santa Pola remata el paisaje que se extiende alrededor
de la urbe.
Observando la riqueza marina de la llamada Costa Blanca
no es difícil adivinar de qué productos
se nutre la mesa alicantina. Entre el exquisito marisco
de la zona destaca el sabor de quisquillas, cigalas
y gambas rojas. El arroz, siempre presente en esta
región alicantina, se prepara “a banda”
(cocido con pescados y servido con ali-oli), negro
(con tinta de calamar), o en paella de marisco. Entre
los guisos de pescados se descubren sabrosas elaboraciones
locales como el blanquillo de rape, el guiso de sepia
o el caldero de pescado. Las doradas y lubinas se
preparan al horno, mientras que los de tamaño
menor se fríen en abundante aceite de oliva.
Y como buena zona salinera, los salazones de hueva,
mojama, bacalao o bonito son muy apreciados.
Denominación de Origen
Y para terminar la degustación gastronómica,
nada mejor que probar pastas artesanas, hojaldres
rellenos de cabello de ángel y helados, especialmente
el mantecado. No podemos olvidar los productos alicantinos
con Denominación de Origen propia como los
nísperos de Callosa de Ensarriá, las
cerezas de la Montaña de Alicante, la uva de
mesa embolsada del Vinalopò y el vino de Alicante.
Estas suculentas recetas tradicionales también
se pueden apreciar en otros puntos de la costa alicantina,
como Torrevieja, Guardamar del Segura y Alicante.
La capital de la provincia ofrece un litoral de espléndidas
playas, a las que hay que sumar un interesante casco
histórico, puertos deportivos y campos de golf.
Las Hogueras de San Juan, Fiesta de Interés
Turístico Internacional, es una buena oportunidad
para conocer la ciudad cuando se viste de gala.
Hacia el interior, Sax, Elda, Novelda, Crevillente
y Elche componen un interesante itinerario cultural.
Castillos medievales, cascos históricos de
gran valor patrimonial y bellas iglesias son algunos
de los atractivos de estas localidades. Es, quizás,
Elche la mejor representante de todas las riquezas
que se dispersan por la provincia. La capital de la
comarca del Baix Vinalopò posee un rico casco
histórico en el que destacan dos joyas declaradas
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el Palmeral
de origen musulmán y la Fiesta del Misterio,
también declarada de Interés Turístico
Internacional.