A la historia y el arte de Tossa de Mar se le une
todo el sabor tradicional de una localidad marinera.
Así se puede ver en la Vila Nova, que se extiende
por la playa, donde se dan cita multitud de hoteles
y apartamentos. En este paseo marítimo se concentra
gran parte de la oferta de ocio, tanto diurna como
nocturna. Las suaves temperaturas de la Costa Brava
y su riqueza paisajística proporcionan multitud
de actividades al aire libre y en contacto con la
naturaleza. La transparencia de las aguas y la riqueza
de su fondo marino posibilitan más de una inmersión
y la práctica de cualquier deporte náutico.
Por la noche, restaurantes y terrazas son los encargados
de convertir la estancia del viajero en una experiencia
inolvidable. Animación que puede continuar
en alguna de las localidades costeras que reúnen
una inmejorable oferta hostelera y de ocio. Las calas
y playas de Salions, Giverola, Pola, Llevador, Llorel
o Morisca son algunos de estos núcleos turísticos.
Y es que la gastronomía de la zona suma productos
tanto del mar Mediterráneo como del interior,
elaborando recetas tradicionales e innovadoras. Las
habas y los guisantes de la huerta aparecen junto
a esqueixadas (ensalada de bacalao), escalivadas (asado
de berenjena, cebolla y pimientos) o guisos de pollo
o conejo con marisco. Por su parte, gambas, lubinas
y doradas se preparan de multitud de maneras. Entre
los postres, las frutas tienen una gran importancia
(fresas, melocotones, melones, sandías, naranjas...),
y se convierten en verano en helados y sorbetes.
El recorrido por Tossa de Mar puede continuar en el
Museo Municipal, que se encuentra en el recinto amurallado
de la Vila Vella. Entre sus colecciones de arqueología,
pintura catalana y extranjera, escultura y vidrio
destacan mosaicos romanos y lienzos de Benet, Sunyer
o Marc Chagall. Las piezas romanas provienen, en su
mayoría, de la villa romana de Els Ametllers.
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